Veinte años después de que Bill Gates acuñara el famoso ensayo “El contenido es el rey”, el omnipresente mantra parece haber cambiado ligeramente o, mejor dicho, evolucionado. Los editores se están dando cuenta de que el contenido es, en cambio, su reino a gobernar. Superando el contenedor, es decir, el producto como el libro o la revista, el contenido se ha convertido en el núcleo de su negocio, algo que, si no está bien nutrido, clasificado y gestionado, se vuelve obsoleto, menos rentable e incluso más costoso.